FOTOGRAFIA
Consideremos
la fotografía como un importante complemento al modelismo.
Considerémoslo, incluso, como fin último.
Descubriremos un mundo paralelo que nos aportará similares satisfacciones a la actividad modelística.
Considerémoslo, incluso, como fin último.
Descubriremos un mundo paralelo que nos aportará similares satisfacciones a la actividad modelística.
Podemos utilizar la fotografía como mero testimonio
gráfico de nuestra producción, o bien un medio de realzar el modelo, en su
ubicación y ambiente. «creando» una obra única, original y personal.
Sería absurdo atosigar al lector con información excesivamente técnica, que de hecho en nada le ayudaría. Todo lo contrario, intentaremos aportar ideas prácticas que solucionen problemas concretos.
Lo primordial será analizar el equipo que poseemos, pero el mercado de cámaras fotográficas es tan amplio y diversificado que nos extenderíamos enormemente en ello. Basta con decir que es absolutamente necesario el conocimiento exhaustivo de nuestra máquina, para ello estudiaremos a conciencia el folleto de manejo y practicaremos con ella. Entraremos únicamente en diferenciar dos grupos esenciales de cámaras: «compactas» y »réflex».
Las máquinas compactas tienen como característica propia poseer un único objetivo fijo y no ofrecer una visión real de la imagen que más tarde impresionara la película. Esto no quita que podamos encontrar a la venta modelos con prestaciones más que excelentes (dib. 1).
Las «reflex» ofrecen aquello de lo que carecen las anteriores, esto es óptica intercambiable y visión real (dib. 2).
Esta división no indica una desigualdad en cuanto a la calidad y/o el precio entre ellas, simplemente cada grupo tiene sus características propias.
Aún así los datos más importantes a conocer de nuestro equipo para realizar este tipo de fotografías son los siguientes:
Distancia mínima de enfoque. Esto es cuanto podemos acercarnos al objeto sin que éste salga desenfocado. La demostración práctica es sencilla de realizar; llevaremos el anillo de enfoque al máximo de la distancia mínima (normalmente existe un margen entre la última marcada en el objetivo y el final del recorrido), y sin moverlo nos acercaremos al objeto hasta que quede perfectamente enfocado. Una práctica aconsejable es medir en ese momento con un metro casero la superficie que cubre la cámara en ese plano enfocado y tenerlo como referencia posterior (tabla 1).
Capacidad de alteración de los parámetros de apertura de diafragma para conseguir mayor «profundidad de campo» (dib. 3): término árido que indica la distancia, dentro del espacio que estamos fotografiando, en la que conseguimos mayor enfoque, normalmente imposible en cámaras compactas, siendo importantísimo en la macrofotografía. Debemos utilizar la máxima apertura posible, en caso de cámaras completamente automáticas, los programas para fotografía de paisaje.
El problema más inmediato que se nos plantea en el momento de realizar la fotografía es la iluminación del objeto. Es importante en este caso adiestrar la vista para analizar las sombras que se producen en cada situación y así poder variarlas o mitigarlas según sea más conveniente.
Sería absurdo atosigar al lector con información excesivamente técnica, que de hecho en nada le ayudaría. Todo lo contrario, intentaremos aportar ideas prácticas que solucionen problemas concretos.
Lo primordial será analizar el equipo que poseemos, pero el mercado de cámaras fotográficas es tan amplio y diversificado que nos extenderíamos enormemente en ello. Basta con decir que es absolutamente necesario el conocimiento exhaustivo de nuestra máquina, para ello estudiaremos a conciencia el folleto de manejo y practicaremos con ella. Entraremos únicamente en diferenciar dos grupos esenciales de cámaras: «compactas» y »réflex».
Las máquinas compactas tienen como característica propia poseer un único objetivo fijo y no ofrecer una visión real de la imagen que más tarde impresionara la película. Esto no quita que podamos encontrar a la venta modelos con prestaciones más que excelentes (dib. 1).
Las «reflex» ofrecen aquello de lo que carecen las anteriores, esto es óptica intercambiable y visión real (dib. 2).
Esta división no indica una desigualdad en cuanto a la calidad y/o el precio entre ellas, simplemente cada grupo tiene sus características propias.
Aún así los datos más importantes a conocer de nuestro equipo para realizar este tipo de fotografías son los siguientes:
Distancia mínima de enfoque. Esto es cuanto podemos acercarnos al objeto sin que éste salga desenfocado. La demostración práctica es sencilla de realizar; llevaremos el anillo de enfoque al máximo de la distancia mínima (normalmente existe un margen entre la última marcada en el objetivo y el final del recorrido), y sin moverlo nos acercaremos al objeto hasta que quede perfectamente enfocado. Una práctica aconsejable es medir en ese momento con un metro casero la superficie que cubre la cámara en ese plano enfocado y tenerlo como referencia posterior (tabla 1).
Capacidad de alteración de los parámetros de apertura de diafragma para conseguir mayor «profundidad de campo» (dib. 3): término árido que indica la distancia, dentro del espacio que estamos fotografiando, en la que conseguimos mayor enfoque, normalmente imposible en cámaras compactas, siendo importantísimo en la macrofotografía. Debemos utilizar la máxima apertura posible, en caso de cámaras completamente automáticas, los programas para fotografía de paisaje.
El problema más inmediato que se nos plantea en el momento de realizar la fotografía es la iluminación del objeto. Es importante en este caso adiestrar la vista para analizar las sombras que se producen en cada situación y así poder variarlas o mitigarlas según sea más conveniente.
ILUMINACIÓN
La forma más sencilla y económica de iluminar es con
luz natural (luz solar), pero no podemos limitarnos a sacar el modelo a la
calle y fotografiarlo sin más. En primer lugar habilitaremos una pequeña mesa,
que podemos conseguir con dos «borriquetas» y una simple tabla. Conviene
adquirir dos o tres láminas de cartón- pluma y un fondo donde ubicar el modelo.
El fondo ha de tener un tono equilibrado, el color que elijamos es indiferente
siempre que acompañe al modelo de una forma natural, o que sea propicio para
nuestros fines. Pueden ser de color continuo o degradado, aunque estos últimos
son caros y difíciles de conseguir.
Cuando la luz del sol sea directa tendremos que tamizarla con una simple lámina de papel vegetal. Pero siempre es aconsejable que el día esté ligeramente nublado y elegir horas en las que el sol se encuentra alto.
Una vez preparado el modelo estudiaremos sus sombras; cualquiera de ellas que distingamos con sobrada facilidad se convertirá al fotografiarla en una zona seminegra. Intentaremos en todo momento que los contrastes entre luces y sombras sean mínimos. Para ello nos ayudaremos con las láminas de cartón pluma, que moveremos en las proximidades del modelo hasta conseguir un manifiesto incremento de la luz en las sombras laterales. Esto se llama «refuerzo de luz>.
Otra posibilidad es la de utilizar iluminación artificial, que nos libera de las posibles inclemencias meteorológicas y permite un control mayor sobre los contrastes. Pero también resulta mucho más complicado y costoso, obligándonos a utilizar un espacio físico mayor en el interior de nuestra vivienda, siendo esto último posiblemente lo más problemático. Dejaremos a un lado, de antemano, los equipos de iluminación y flashes profesionales, que en ningún caso su precio bajará de varios cientos de miles de pesetas, escapando por ello al presupuesto del aficionado. Analizaremos la utilización de focos con luz tungsteno (por filamento incandescente), dado que su precio es reducido, pudiéndose conseguir un foco sencillo por no más de 10.000 pesetas y sólo con tres nos bastará. Este tipo de equipo obliga a utilizar película de características especiales. Las películas convencionales (luz día) tenderán hacia los tonos anaranjados si son sometidas a este tipo de luz, y para una correcta exposición tendríamos que trabajar con filtros (normalmente especificados en las instrucciones del carrete), de color azul. Esto reducirá la calidad, pero en trabajos no profesionales apenas notaremos la diferencia. Aún así es aconsejable la utilización de carretes especiales para tungsteno, especificados con una «T» al final de su denominación técnica. El mayor problema, a pesar de lo dicho anteriormente, de la utilización de focos, por la tendencia al naranja que la alta temperatura de las bombillas irradian (aún hacia las películas tungsteno); es la desvirtualización de los colores verde oliva y marrón verdoso, en cuya composición entran en cantidades criticas el amarillo y el rojo. Mezclas comúnmente utilizadas en nuestro campo.
Teniendo esto presente es recomendable utilizar no menos de 1.500 W de potencia total, unos 500 W por cada foco, cuanto menos cantidad de luz haya, más se desestabilizarán los colores.
Como siguiente escollo, en apariencia sin importancia, se nos plantea el de sujetar los focos. Existen trípodes específicos para ello, quizás excesivamente caros, pero podremos apañarnos con sillas altas, escaleras, incluso percheros; cualquier cosa con suficiente estabilidad para colocar un foco a un mínimo de100 cm de altura.
El esquema de iluminación básico con tres focos es el siguiente:
Un foco principal siempre por encima y ligeramente por detrás del modelo.
Dos focos laterales, ligeramente frontales, equidistantes entre ellos y con el principal al modelo, rodear al modelo con zonas blancas en los laterales.
Tamizaremos la luz de todos los focos con láminas de papel vegetal. Con esto ha de ser suficiente para realizar «instantáneas» de suficiente calidad, en las que dejar constancia gráfica (fácil de acarrear y mostrar) de nuestras habilidades como modelistas. Es indiferente el equipo que se posea, siempre que lo conozcamos y le saquemos el máximo partido a sus prestaciones gracias a practicar con él.
En un siguiente artículo nos contra- remos en la realización de (fotografías ambientadas), cómo conseguir ambientes diferentes y la manipulación de la luz para conseguirlo.
Cuando la luz del sol sea directa tendremos que tamizarla con una simple lámina de papel vegetal. Pero siempre es aconsejable que el día esté ligeramente nublado y elegir horas en las que el sol se encuentra alto.
Una vez preparado el modelo estudiaremos sus sombras; cualquiera de ellas que distingamos con sobrada facilidad se convertirá al fotografiarla en una zona seminegra. Intentaremos en todo momento que los contrastes entre luces y sombras sean mínimos. Para ello nos ayudaremos con las láminas de cartón pluma, que moveremos en las proximidades del modelo hasta conseguir un manifiesto incremento de la luz en las sombras laterales. Esto se llama «refuerzo de luz>.
Otra posibilidad es la de utilizar iluminación artificial, que nos libera de las posibles inclemencias meteorológicas y permite un control mayor sobre los contrastes. Pero también resulta mucho más complicado y costoso, obligándonos a utilizar un espacio físico mayor en el interior de nuestra vivienda, siendo esto último posiblemente lo más problemático. Dejaremos a un lado, de antemano, los equipos de iluminación y flashes profesionales, que en ningún caso su precio bajará de varios cientos de miles de pesetas, escapando por ello al presupuesto del aficionado. Analizaremos la utilización de focos con luz tungsteno (por filamento incandescente), dado que su precio es reducido, pudiéndose conseguir un foco sencillo por no más de 10.000 pesetas y sólo con tres nos bastará. Este tipo de equipo obliga a utilizar película de características especiales. Las películas convencionales (luz día) tenderán hacia los tonos anaranjados si son sometidas a este tipo de luz, y para una correcta exposición tendríamos que trabajar con filtros (normalmente especificados en las instrucciones del carrete), de color azul. Esto reducirá la calidad, pero en trabajos no profesionales apenas notaremos la diferencia. Aún así es aconsejable la utilización de carretes especiales para tungsteno, especificados con una «T» al final de su denominación técnica. El mayor problema, a pesar de lo dicho anteriormente, de la utilización de focos, por la tendencia al naranja que la alta temperatura de las bombillas irradian (aún hacia las películas tungsteno); es la desvirtualización de los colores verde oliva y marrón verdoso, en cuya composición entran en cantidades criticas el amarillo y el rojo. Mezclas comúnmente utilizadas en nuestro campo.
Teniendo esto presente es recomendable utilizar no menos de 1.500 W de potencia total, unos 500 W por cada foco, cuanto menos cantidad de luz haya, más se desestabilizarán los colores.
Como siguiente escollo, en apariencia sin importancia, se nos plantea el de sujetar los focos. Existen trípodes específicos para ello, quizás excesivamente caros, pero podremos apañarnos con sillas altas, escaleras, incluso percheros; cualquier cosa con suficiente estabilidad para colocar un foco a un mínimo de
El esquema de iluminación básico con tres focos es el siguiente:
Un foco principal siempre por encima y ligeramente por detrás del modelo.
Dos focos laterales, ligeramente frontales, equidistantes entre ellos y con el principal al modelo, rodear al modelo con zonas blancas en los laterales.
Tamizaremos la luz de todos los focos con láminas de papel vegetal. Con esto ha de ser suficiente para realizar «instantáneas» de suficiente calidad, en las que dejar constancia gráfica (fácil de acarrear y mostrar) de nuestras habilidades como modelistas. Es indiferente el equipo que se posea, siempre que lo conozcamos y le saquemos el máximo partido a sus prestaciones gracias a practicar con él.
En un siguiente artículo nos contra- remos en la realización de (fotografías ambientadas), cómo conseguir ambientes diferentes y la manipulación de la luz para conseguirlo.
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